Jueves de la 20a semana del Tiempo Ordinario

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Evangelio según San Mateo 22,1-14.

Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Cirilo de Jerusalén (313-350)

obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia

Procatequesis, 3-4 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne 1993), trad. sc©evangelizo.org

¿Cómo has entrado sin la vestimenta de bodas?

3. Se narra en los Evangelios que alguien fue a una boda, pero entró con una vestimenta inapropiada. Se acomodó y comió, ya que el esposo lo había permitido. Sin embargo, cuando vio la vestimenta blanca de los otros invitados, tendría que haberse vestido del mismo color. A pesar de todo, se servía los mismos platos que los demás, pero se diferenciaba por su vestimenta e intención. El esposo, aunque magnánimo, era hombre con discernimiento. Al dar una vuelta mirando a cada uno de los comensales, ponía su atención no en el hecho de que comían sino en el modo de comportarse. Al ver a un extraño vestido con un traje que no era para una fiesta de bodas, le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí?» (Mt 22,12) ¿Con qué color de vestimenta? ¿Con qué conciencia? Entiendo que el portero no te lo haya prohibido por la liberalidad del intendente. Entiendo también que ignorabas con qué vestimenta era preciso entrar al banquete. Pero, una vez dentro, viste las vestimentas resplandecientes de los comensales. ¿No debías haber aprendido una lección de tus observaciones? ¿No debiste entrar del modo honesto adecuado para poder salir también adecuadamente? Pero entraste de manera intempestiva y eres también intempestivamente expulsado. (…) 4. Has visto lo que le ocurrió a ese hombre aquel día, sé vigilante en tu situación. (…) Es posible que hayas entrado con un alma pecadora y una intención deshonesta. (…) Haz hoy una salida honesta y mañana un honestísimo retorno. Si tu alma tenía por vestimenta la avaricia, entra con otra vestimenta. Despójate de la vestimenta que has portado, no pongas nada por encima, líbrate de la fornicación e impureza y revístete de la castidad. Te doy este aviso para que, cuando entre Jesús, el Esposo de las almas, no vea tu vestimenta.

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