Martes de la 2a semana del Tiempo Ordinario

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Evangelio según San Marcos 2,23-28.

Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre,
cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Agustín (354-430)

obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia

Homilías sobre los Salmos, Salmo 91(92) (in “Œuvres complètes, tome IX, Sermons sur les psaumes”, Louis Guerin, 1871), trad. sc©evangelizo.org

El shabbat fue hecho para el hombre (Mc 2,27)

Hoy es shabbat, ese shabbat que ciertos hombres honoran ahora con reposo externo u ocio lujurioso y se dedican a trivialidades. El shabbat que prescribió el Señor, lo pasan en ocupaciones que él prohibió. El shabbat para nosotros es la abstención de las obras malas… (…) ¿Qué reposo nos ha prescrito Dios? Para algunos, el reposo está en el cuerpo, mientras que la conciencia está en una turbación agitada. La conciencia del malvado nunca está en reposo y vive en la agitación. En cambio, la buena conciencia está siempre en la calma y su paz es el shabbat del corazón del hombre. Ese hombre se reposa en las promesas del Señor y, si tiene alguna fatiga en esta vida, se eleva hasta la esperanza del avenir. Entonces, se disipan las nubes de la tristeza, tal como lo dice el Apóstol, alegre en la esperanza. Esta alegría apacible en la esperanza, es nuestro shabbat. Es lo que canta y preconiza este Salmo. Nos enseña a permanecer en el shabbat del corazón, en la calma y la paz, en la serenidad de una conciencia sin turbación. Por eso el Salmo habla de lo que comúnmente es para los hombres materia de agitación, para enseñarnos, en cambio, a celebrar el shabbat de nuestro corazón.

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